

Winds of Change
Season 3 Episode 14 | 1h 11m 45sVideo has Closed Captions
Marco Cafiero takes over, clashing with Ana. Mateo and Clara plan their wedding.
Ruthless Marco Cafiero takes over for his father, clashing with Ana. Meanwhile, Carlos continues to manipulate Ana. Cristina targets Ana in a violent attack. Mateo and Clara plan their wedding.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Winds of Change
Season 3 Episode 14 | 1h 11m 45sVideo has Closed Captions
Ruthless Marco Cafiero takes over for his father, clashing with Ana. Meanwhile, Carlos continues to manipulate Ana. Cristina targets Ana in a violent attack. Mateo and Clara plan their wedding.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Carlos, quisiera darle las gracias por venir a ver a Ana cada mañana.
-Te agradezco que te preocupes por mí.
-Es que hay una carta a nombre de Phillip Ray.
-Gracias, Pedro, yo se la entrego.
-"Querida Ana, en el último momento decidí cambiar de rumbo y perderme en un mundo desconocido".
-Patricia Márquez.
-Se puede saber qué pasa?
-Quiero mi colección y la de Ana Rivera en la entrada principal y en cada rincón de estas galerías.
-Eres el menos indicado para hablar de Alberto Márquez.
-Ni pienso que ahora debe ser el momento de... ¡Santa Madonna!
[hablando italiano] -Ana.
¡Ana!
¡Clara, llama a un médico!
-¿Qué te pasa?
-Pues no lo ves.
-Que Ana se ha levantado.
-Ana está embarazada.
-¿Qué estás diciendo, Rita?
-Yo no puedo tener hijos.
Tú siempre habías dicho que te imaginabas una casa llena de críos.
-Toda esa casa sin ti no sería lo mismo.
-Ayer vino a verme el médico después del desmayo.
-¿Y qué te dijo?
-Estoy esperando un hijo de Alberto.
-Me alegro mucho por ti, Ana.
-Enrique Otegui.
-Sí.
Es que mañana presentamos la colección de joyas e insisten a hablar de ello esta noche.
-Previsible.
-Queremos ser sus ojos y sus manos allí.
-¿Qué es lo que me está proponiendo?
-¡Enrique!
¡Señor Cafiero!
¡Vaya casualidad!
-Eres un cabrón.
Si Alberto estuviera aquí... -Sí, pero no está.
A ver cuando asumes que está muerto.
-Los dos gallitos de cordal han decidido pelearse en mitad del restaurante.
Y ahora Cafiero va a incorporar a su hijo en las galerías.
-¿Y qué vamos a hacer ahora?
-Pues intentar ganarse al hijo.
-Se acabó.
Yo también estoy sufriendo con esto.
No me vas a hacer más daño.
-¡Un momento!
¡Un momento!
¡Te quiero!
Clara Montesinos, ¿quieres casarte conmigo y ser feliz a mi lado el resto de nuestra vida?
-Sí.
Sí.
-¡Mi hijo!
-Patricia, relájate y disfruta.
Aunque solo sea por el futuro del hijo de tu hermano.
-Aquí el único hijo de mi hermano es el que está esperando Ana.
[♪ Alba Llibre: "Falling In Love"] [♪ Bruce Patch & Alan Sanchez: "You're All My Dreams"] -¿Estás embarazada?
¿No me has oído?
¿Que si estás embarazada?
-No es asunto tuyo.
-Alberto no es asunto mío.
Pues te recuerdo que soy su viuda y que estoy esperando un hijo suyo.
-Ese hijo no es de Alberto.
Deja ya esta guerra, Cristina.
-Ni lo sueñes.
Esto acaba de empezar.
Y te recuerdo que ya no le tienes a él para protegerte aquí dentro.
-Buenos días.
-Buenos días.
-¿Va todo bien, Ana?
-Sí.
Cristina ya se iba.
-Discúlpame, Carlos.
-¿Anastasia?
¿Qué ha pasado?
-Se ha enterado de mi embarazo.
-Vamos.
Te vendrá bien un buen desayuno.
-Te lo agradezco mucho, Carlos, pero no hace falta que te preocupes.
No es la primera vez que discuto con Cristina.
-Entiendo que es difícil aceptar que tu marido tenga un hijo con otra mujer.
-Exmarido.
-Perdón, no quería.
-Alberto anuló su matrimonio con Cristina mucho antes de irse.
Él no la quería.
-Quizá eso sea lo que le cueste aceptar.
Ana, ahora que Alberto no está, necesitas a alguien que te cuide.
Y no lo digo solo por Cristina, lo digo por ti y por ese niño.
Y yo lo he estado pensando mucho.
Y estaría dispuesto a hacerme cargo de ti y de tu hijo.
Piénsatelo.
No tengo prisa.
Le querría como si fuera mía.
No estoy tratando de sustituir a Alberto.
-Quizás sea demasiado pronto para pensar en todo eso.
Aún me estoy haciendo la idea de lo que ha pasado.
-Tranquila.
No tengo prisa.
Tengo que irme.
Pero estaré pendiente de ti.
Hola, Emilio, buenos días.
-¿Qué tal, Carlos?
-Muy bien.
Vengo de ver a Ana.
-Le supongo al corriente de su estado, ¿eh?
-Sí, sí, la verdad ha sido toda una sorpresa.
-Sí, para todos, para todos.
-Supongo que estará de acuerdo conmigo en que es una situación muy delicada.
Siempre lo ha sido.
No va a ser fácil para su sobrina ser madre soltera.
Piense en el pobre niño que va a crecer sin un padre que le proteja, que esté a su lado.
-Ana se crio sin padre.
Y luego perdió a su madre.
Tuvo que venir aquí y creció junto a un viejo solitario y aburrido que hoy no sabría vivir sin ella.
Y con todo quiero pensar que a Ana nunca le faltó nada.
Ni cariño, ni protección.
Como tampoco le va a faltar a esa criatura que va a nacer.
¿Sabe una cosa?
Después de tanta tragedia, mi sobrina ha recuperado la sonrisa.
Y para mí eso es más que suficiente.
-Don Emilio, tengo gestiones que hacer.
Buenos días.
-Buenos días.
-Disculpe.
-Sí.
-¿Quién es usted?
-¿Cómo que quién soy?
¿No lo ve?
Soy el cartero.
-Eso ya lo sé.
¿Pero dónde está el que viene aquí todos los días?
-Ah, Joaquín.
Joaquín vendrá esta tarde.
Yo le cubro las horas de mañana.
Asuntos personales, ya sabe.
-Ya.
¿Usted tiene un teléfono donde le pudiera contactar?
Joaquín, soy Carlos.
Hoy no le he visto entregando el correo de Velvet.
¿Seguro que lo tiene todo bajo control?
Ah, perfecto.
¿Ha habido alguna carta para Phillip Ray?
Mejor.
Cuando reciba alguna ya sabe qué hacer.
Estamos en contacto.
-Ana, te estaba buscando.
-Estaba con Carlos, que acaba de marcharse.
-Hay que ver lo que ha cambiado ese chico, ¿eh?
Después de cómo se portó y míralo ahora.
-¿Tú cómo estás?
-Mejor.
Que no puedo vivir obsesionada con ser madre.
Hay cosas muy importantes y bonitas por las que luchar, como Pedro y Manolito.
-Pues claro que sí, mujer.
-Bueno, y... Y mi sobrina.
-¿Cómo que tu sobrina?
-El sexto sentido de las Montesinos.
Es ver la barriga de una embarazada y lo tengo claro.
-Pero yo no tengo barriga, Rita.
-Ya, ya, te saldrá, ya.
Uy, te vas a poner gorda como una vaca.
Y los pies como dos botas.
Y yo me banco el tema.
Venga, vamos para arriba.
Nos están esperando.
No sabes la que hemos montado pa los amantes de [inaudible].
-Ay, sí.
Me alegro tanto por ellos.
-Sí, sobre todo por Bigotitos.
Porque Clara será mucha Clara.
Pero te digo yo que no va a encontrar otra igual.
[♪ Steve Vaus: "Carrie"] -Menos mal que el oro no se desgasta con mirarlo.
-Mira cómo brilla con la luz.
Es que es precioso.
-Y muy caro.
-Mateíto, que el amor no tiene precio.
Ay, que voy a ser la señora de Ruiz Lagasca.
¿Qué?
¿Arrepentido?
-No, no.
Quiero que seas mi esposa.
Y que me cuides.
Y que me quieras.
Y que estemos juntos el resto de nuestras vidas.
-Pues sí que empezamos bien la mañana.
-¡Felicidades!
-¿Qué se celebra?
-El amor, Mateo, el amor.
A mis brazos, [hablando francés].
-A ver, a ver, a ver.
Que vea el pedrusco.
Pero, Dios mío, del amor, hermoso.
Pues si con esto le colocan a don Bralio dos o tres muelas.
-Precioso, Clara.
-Enhorabuena.
-Muchas gracias.
Pero, ¿cómo os habéis enterado?
-Hombre, la pregunta sería, ¿quién nos ha enterado?
Porque es que, don Mateo, usted lo que es discreto, discreto no.
-Hombre, a mí me han contado que parecía Romeo declarándose en el balcón.
-Vamos, porque si don Mateo hace algo, lo hace a lo grande o no lo hace.
Y debía ser una pedida espectacular, ¿no?
-Espectacular, sí.
Señores, hay que ponerse a trabajar.
-Bueno, no sea así, soso, que nos falta información.
¿Cuándo es el día?
-Pues fecha no tenemos, pero sí que va a ser la boda del siglo [inaudible].
-Bueno, madre se va a hinchar como un pavo.
Creo que le va a dar en las morras a Luciana.
-Muchísimas gracias por la sorpresa, de verdad, pero tenemos una reunión urgente que preparar.
Chicos, si no os importa... -Para eso estamos, por supuesto.
-¿Reunión urgente?
¿Por qué?
-Sí, Cafiero va a darnos una noticia.
-¿Cómo?
¿Ya ha venido Junior?
-A ver, a ver, ¿de qué estáis hablando?
-Va a nombrar al nuevo director de las galerías.
-¿Al nuevo director?
¿Quién es?
-Marco Cafiero, su hijo.
[♪ Christian Padovan: "Walking Brass"] -Carlo.
[hablando italiano], ¿mi padre?
-Le está esperando arriba, en el despacho.
-Perfecto, gracias.
-Estos días he sido testigo de la inestabilidad de la dirección de la empresa.
Rencillas, luchas de poder.
-Ah, ¿sí?
No, para nada.
-Y por eso he precipitado la llegada de un nuevo director.
-¿Un nuevo director?
-Ese no es el acuerdo que tenía con Alberto.
-Pues, desgraciadamente, Alberto ya no está, Ana.
Y si quieres que tu nombre recorra el mundo entero, tendremos que poner orden, antes de que vosotros mismos destruyáis Velvet.
Marco.
-¡Ay, mi madre!
-Les presento a mi mano derecha en los negocios.
Mi primogénito, Marco Cafiero.
-[hablando italiano].
-Mateo, quiero que estos días ayudes a mi hijo tan bien como lo hiciste conmigo.
-Cuente con ello.
Marco.
-Mateo.
-Nuestros socios, los Otegui.
Cristina.
-Encantada.
-Enrique.
Y Bárbara.
-Será un placer trabajar mano a mano.
-[hablando italiano].
-Patricia Márquez.
-Enhorabuena por la colección.
Todo un acierto.
Las perlas siempre resultan apuesta segura.
-Se ve que tiene usted buen gusto.
-Y a este lado, el talento de las galerías, Raúl de la Riva.
-Raúl de la Riva.
He seguido su trayectoria.
Brillante.
-Gracias.
-Le felicito.
Pero tengo entendido que mi padre compró estas galerías por otro talento, Ana Rivera.
-Bueno, no sé si es así exactamente, pero encantada.
-Encantado.
-Pues el talento es siempre necesario.
Raúl nos da la experiencia y seguridad y usted nos da el nuevo nombre.
La combinación perfecta.
A partir de aquí, hijo, Velvet está en tus manos.
-Claro.
-Tienes todo lo necesario para triunfar.
Por favor, hazles algún avance de nuestros planes.
[♪ canción en inglés] -Bien.
Los Cafiero hemos tardado años en dominar este negocio, pero desde hace ya más de una década no hay otra empresa como la nuestra.
Será un placer enseñarles el camino hacia el éxito internacional.
-Bravo, [hablando italiano].
Pues muchísimas gracias por vuestra atención y estoy seguro que haréis un gran equipo.
Marco, vamos.
Quiero enseñarte las galerías.
Hasta luego.
-Hasta pronto.
-Este galán italiano ha comenzado una guerra que ya estamos perdiendo.
-Aún es pronto para hablar.
-¡Ay, mira!
El descubrimiento del año.
Ella feliz de seguir siendo la protagonista, ¿no?
-Lo siento, Ana, pero tiene razón.
Ese tío es un cretino.
-Más nos vale no volver a liarla porque esta es la respuesta a vuestro numerito en el restaurante el otro día.
-¿Qué pretendías?
¿Que te colocara de consejero delegado en su firma italiana?
Aunque no hubiéramos estado allí, nunca estarías al frente de su empresa.
-Pues a mí me parece muy guapo.
A ver, Pichín, que no es mi tipo, pero que entiendo que las cosas le vayan bien.
-Bárbara, ¿quieres dejar de decir estupideces?
-Bueno, ¿alguien tiene alguna idea?
Ya veo que no.
Pues lo único que podemos hacer es trabajar y demostrar que Velvet es una empresa competente.
-¿Pero tú de qué vas?
-Patricia tiene razón.
Y quien no esté dispuesto a remar, será mejor que se baje ahora del barco.
-Señor Cafiero, ¿tiene un momento?
-Sí, pero tiene que ser breve.
Tengo que irme al aeropuerto.
-Sí, seré breve.
¿De verdad cree necesario poner un nuevo director?
Nosotros podemos hacernos cargo de la empresa.
-Sé que ha notado cierta crispación, pero es la falta de Alberto.
Nosotros no nos comportamos así.
Confíe en mí.
-No dudo de tus capacidades, pero tal y como tú dices, aún se nota la falta de Alberto.
Y yo ahora necesito un empresario con mente fría que tome decisiones con rapidez.
-Señor Cafiero, es que se me debe... -Tenía previsto que mi hijo se hiciera cargo de las galerías.
Marco es el mejor gestor que conozco.
Y yo tengo que velar por mis intereses.
He pagado mucho dinero por esa empresa.
Y no puedo permitirme un error de ningún tipo.
Te vas a llevar bien con él, tú verás.
Tenéis mucho en común.
-Padre, el coche está afuera esperando.
¿Vamos?
-No, quédate.
Así empezáis a estrechar lazos.
Yo ya me sé el camino.
Guárdate la espalda y [hablando italiano].
Y ten [inaudible] en contacto.
[hablando italiano] -Bueno, pues si quieres nos ponemos al día con los números.
-Estoy al tanto.
Estaría bien que avises a don Emilio y doña Blanca.
-¿Perdona?
-Son los jefes de los empleados, si no me equivoco.
-Sí.
-Quiero reunirles a todos a mediodía.
¿Hay algún problema?
-No, no hay ningún problema.
[hablando italiano] -La entrega tiene un retraso de dos, tres días sobre la fecha prevista.
-Pues tendremos que insistir porque no puede ser.
-Don Emilio, doña Blanca.
¿Tienen un minuto, por favor?
-Sí.
-Resulta que hemos tenido una primera reunión con el hijo de Enzo Cafiero, Marco Cafiero, y... A ver cómo les explico esto.
Él va a ser el nuevo director de Galerías Velvet.
-Vaya.
-No nos esperábamos algo así, la verdad.
-Nosotros tampoco.
El caso es que quiere reunirse con los empleados a mediodía para presentarse de manera oficial.
-¿No se tratará de algún despido?
Tenemos que saber a qué atenernos.
-Entiendo su preocupación, doña Blanca.
Yo tampoco lo sé.
Pero lo importante creo que es mantener la calma y transmitírsela a los empleados también.
Les pido su colaboración.
-Por supuesto, don Mateo.
Así será.
-Iré a comunicarlo en el taller.
-Gracias.
Gracias, don Emilio.
-Don Mateo, enhorabuena por su compromiso.
-Gracias.
Gracias, don Emilio.
-Cuenta, cuenta, cuenta.
-Pues para una primera toma de contacto no ha estado mal.
-Sí, sí, claro, pero desembucha.
-Os estábamos buscando.
-¿No habréis empezado sin nosotras?
-¿Qué impresión te ha dado?
-Bueno, es que impresionar, impresiona, ¿eh?
-La verdad es que me parece un pedante.
-Lo sabía, ya tiene pinta.
-No, la pinta la tiene muy buena.
-Ay, hija, cualquiera dirías que estás comprometida.
-A ver, que es un poco pronto para hablar, pero creo que vamos a echar de menos a su padre.
Y ha tenido que relajar los ánimos porque nadie le traga.
-Pues sí que estamos bien.
-Doña Blanca nos va a reunir a todos ahora, así que vais a poder opinar vosotras mismas.
-Marco, le presento... -Usted debe ser don Emilio, un placer.
-El placer es mío.
-Doña Blanca, mucho gusto.
-Encantada.
Aquí tiene a toda la plantilla, como pidió.
-¿Dónde se ha metido tu primo?
[inaudible].
-Está con Ricardo abajo trabajando.
[inaudible].
El italiano ha empezado a dar órdenes, y no me da buena espina.
Y encima con el pelo que tiene me parece guapo.
-Calla.
-Y hasta hoy ha conseguido conservar su espíritu familiar, así que, ¿por qué cambiar nada?
-¿Ves?
No hay de qué preocuparse.
-Pues bien, si queremos que estas galerías sobrevivan en el futuro, tienen que ser más competitivas.
Tenemos que dejar a un lado a la familia y luchar por ser un negocio internacional.
-¡Ay, madre!
-Tenemos que ser una empresa eficaz, donde lo importante no es el individuo, sino el equipo.
Y hoy les reúno aquí no solo para que me conozcan, sino para informarles de que pronto identificaré las tareas de cada uno y sus capacidades.
-¿Qué ha querido decir con eso?
-No tengo ni idea.
-No se preocupen por nada.
Únicamente les estaré observando con el objetivo de reubicarles y así sacar el mejor provecho de estas galerías.
Muchas gracias.
Y adelante con sus trabajos.
-Ya han oído al señor Cafiero.
Cada uno a su puesto, por favor.
-¿Qué le ha parecido?
-Pues no lo sé, hija, no lo sé.
Habrá que esperar.
¿Y tú cómo te encuentras?
-Bien.
Le parecerá una tontería, pero siento que no lo he perdido del todo.
-Claro, mujer, es que eso es algo mucho más que un recuerdo.
Deberías comunicarle tu estado al nuevo director, ¿no?
-Sí, pero necesito tiempo.
[♪ música de suspenso] -Venga, Ana, no te dejes amedrentar.
Cafiero confía en ti.
Lo único que tienes que hacer es demostrar lo mucho que vales.
-No me lo van a poner fácil.
-¿Fácil?
¿Y cuándo lo hemos tenido fácil tú y yo?
¿Cuándo?
Vámonos de aquí.
-Mírala.
Va lista si se cree que con esa carita de pena va a conquistar al italiano.
-Yo no estaría tan segura.
Ya has visto cómo la ha presentado.
-Parece ser que a la cose bajo se le da bien lo de la moda y también... -Me da igual.
No la quiero aquí, Bárbara.
Alberto la dejó igual que me dejó a mí.
Y ahora que se ha muerto, se saca de la manga la pantomima del niño.
No voy a permitir que ocupe un lugar que no le corresponde.
-Ojalá esa decisión dependiera de nosotros, Cristina.
Pero, desgraciadamente, el único que puede ponerla de patitas a la calle es el nuevo.
-Pues yo no voy a parar hasta conseguirlo.
-Huele a azufre desde la calle.
¿Qué estáis tramando?
-Nada que merezca la pena comentar.
-Os necesito arriba.
Patricia ya está reunida con Marco Cafiero y, visto lo visto, van a querer sacarnos ventaja.
[♪ Anders Johan Greger Lewen: "Back Seat Bingo"] -Patricia, estoy impresionado.
La calidad es muy superior a la que esperaba.
Hasta que tengamos la nueva colección de Ana y la línea de hombres de De la Riva, tus joyas tienen que ser la locomotora de estas galerías.
-Te agradezco la confianza.
No se trata de confianza, sino de negocios.
Y en tu colección hay dinero.
Muéstrame alguna otra pieza.
-Ahora mismo.
-En esta casa nunca nos hemos movido por dinero.
-Y así os ha ido.
-Tan malo no nos habrá ido si ahora mismo estás tú aquí, ¿no crees?
-Esta es una oferta de mi padre.
Si fuera por mí, el cuento hubiera sido otro.
Estoy pensando que tendríamos que crear una sección más grande y permanente con la firma Joyas Velvet.
Quiero dependientes especializados en joyería.
-Me parece una gran idea.
Pero habría que contratar a más dependientes.
-Habrá que redistribuir el personal que hay.
Estoy seguro de que podremos formar alguno de ellos.
Me encargaré de hacer yo mismo la selección apropiada.
No te preocupes.
-Marco, no te equivoques.
De la elección del personal siempre me he encargado yo.
-Pues esta vez no.
-En España solemos esperar a que esté todo el mundo para empezar una reunión.
-Pero esta empresa ya es más italiana que española.
Y además, si me reúno con la capitana, ¿por qué debo esperar a la tripulación?
Mi padre fue muy claro.
Patricia está al frente de la colección.
Y su marido, por lo que sé, es el proveedor de joyas.
-Joyas que están financiadas en parte con el dinero de mi familia.
-Enrique, ¿por qué no nos calmamos un momento?
Podemos seguir hablando de esto en otro lugar.
-Sí, señor Cafiero.
Patricia tiende a llevar a los hombres a su alcoba.
Pero hay lugares más cómodos donde podemos reunirnos.
-No entres, no entres.
-Señor de la Riva, ¿qué hace aquí?
Pensé que estaría dibujando los nuevos diseños.
-¿Dibujando?
No pienso coger un lápiz.
Mire, mire lo que hago con el lápiz.
El padre de ese señor me prometió el oro y el moro.
Me dijo que iba a ser parte esencial de las galerías.
¡Mentira!
Y ahora tengo que conformarme yo con un discursito de bienvenida.
Por favor, que falta de tacto, que falta de todo.
-Ahora está reunido con la dirección de joyería.
-¿Joyería?
Velvet es moda, por el amor de Dios.
-Bueno, ayer se presentó la colección.
Supongo que es normal que le dé prioridad.
-¿Normal?
Mire, doña Blanca, ese italiano nos va a traer muchos problemas, y si no, tiempo al tiempo.
-Señor De la Riva, hay alguien que pregunta por usted.
-¡Mira, Jonás!
No tengo cuerpo de hacerle la pelota más a nadie.
-No se preocupe, señor De la Riva, iré yo.
¿Sabe de quién se trata?
-Es un señor raro.
[♪ música divertida] -¿Y está esperando en la calle, no?
-Creo que con las pistas que trae, el portero no le habrá dejado acercarse a la puerta.
-¿Está seguro de que preguntaba por el señor De la Riva?
-Eso dijo.
¿Quiere que le acompañe?
-No, no es necesario, vuelve al trabajo, yo me ocupo de esto.
Buenos días, ¿preguntaba por el señor De la Riva?
-Sí.
Somos viejos conocidos y... -Pues ahora mismo está muy ocupado y no puede atenderle, pero si quiere dejarme su nombre o un recado... -No, no, gracias, ya vengo en otro momento.
-Toni.
¿Qué quieres?
Doña Blanca, ¿nos puede dejar a solas, por favor?
-Sí, por supuesto.
-Raúl.
-¿A qué has venido?
-Raúl, estás estupendo.
-Siento no poder decir lo mismo de ti.
¿Qué quieres?
-Yo... ...necesito tu ayuda.
-Ya, qué raro.
No podría ser de otra forma.
-Me han denunciado, Raúl.
Me están buscando.
-¿Por qué?
-Maite, Maite nos encontró a Joaquín y a mí.
Y no pude negarlo.
Yo creí que se había ido con los niños a casa de sus padres y que estábamos solos, pero fue una encerrona.
Intenté razonar con ella, explicarle, pero se lo contó a su padre.
A Joaquín le ha detenido la policía y, y ahora van detrás de mí.
-Ya, ¿y quieres que me compadezca?
No tienes vergüenza, Toni.
Venir aquí, después de lo que me hiciste, y pretendes que te ayude.
-Raúl, lo siento.
Sé que no me porté bien contigo.
Perdóname.
Perdóname.
Sé que he sido despreciable y no te imaginas la cantidad de veces que me he arrepentido por ello.
Pero no tengo a nadie a quien acudir.
Sé que conoces a gente en París que podría protegerme.
Ayúdame a salir de aquí.
Ayúdame a salir de España.
[♪ música enternecedora] -Entra.
Bueno, este es un lugar seguro.
Aquí no suele venir nunca nadie, excepto yo cuando necesito abstraerme del ruido de las máquinas de coser.
-Siempre necesitaste silencio para concentrarte en tus diseños.
-Apestas, ¿lo sabías?
Voy a por una palangana y algo de ropa.
-Gracias.
-Señor De la Riva, ¿se puede saber qué está haciendo aquí ese hombre?
-Aquí no hay nadie.
-Pues si yo misma he visto cómo lo metía en las galerías.
¿Me puede explicar qué está pasando?
-Le persigue la policía.
-¿Cómo?
¿Pero es que ha perdido el juicio?
No puede estar aquí.
Ese hombre es un delincuente.
Tiene que marcharse ahora mismo.
-No.
No es un delincuente.
Su único delito ha sido amar a otra persona.
-Esto son unas galerías de moda... -Por favor, doña Blanca.
Por favor.
No tiene dónde ir.
Solo me tiene a mí.
Me necesita para salir del país.
-El hijo del señor Cafiero acaba de incorporarse.
¿Se da cuenta del riesgo que me está pidiendo que asuma?
-Yo la asumo.
Yo me hago responsable de todo.
Por favor, doña Blanca.
Solo le pido que me guarde el secreto.
-No, no puede pedirme eso.
-Por favor, por favor.
24 horas de silencio.
Nada más.
-Está bien.
24 horas.
Ni una más.
-¡Maldito capuchino!
¡Ahora no es el momento de ponerles a hacer limpieza con todo lo que tenemos encima!
-¿Pero qué limpieza?
Que son las cosas del nuevo.
Que acaban de llegar de Italia y don Emilio me ha dicho que se las vaya desembalando.
Si yo con lo que quiero estar es con los preparativos de la boda, que no me ha dado ni tiempo abrir las revistas.
-¿Se ha traído esto?
-Bueno.
Es italiano.
¿Qué quieres?
-Bueno, yo soy español y no tengo una figurita de un toro en mi escritorio.
-No, pero tienes uno como este que lo he visto yo en tu casa.
Debe ser que lo regalan.
-No me lo puedo creer.
-¿Qué?
-El Strummer Club.
-¿Qué?
Es un club de caballeros que había en mi internado en Londres.
-¿Sois de la misma hermandad?
Si es que Dios los cría y Dios os junta.
-Polito el gallito.
-¿Qué?
-Polito el gallito.
No me lo puedo creer.
Este hombre es un auténtico gilipollas.
-Oye, Mateo, que tengo que dejar eso en su escritorio, ¿eh?
¡Tú!
-Patillitas.
Al fin te das cuenta.
Reconozco que me dolió que no me reconocieras.
-Yo a ti sí, a pesar de tu ridículo [hablando italiano].
-Me pusiste un mote patético, me levantaste una novia y me hiciste desfilar delante del colegio mayor femenino vestido de María Estuardo.
Ni te olvido ni lo perdono.
-Yo era veterano, tú novato.
¿Qué esperabas?
Además hice de ti un caballero de Strummer.
Pero no quiero que me lo agradezcas.
El pasado pasado está, ¿no?
Ahora soy tu jefe y te necesito al cien por cien.
Quiero que informes a los empleados de esto.
Mi primer paquete de medidas.
-Aumentar la jornada laboral.
Limitar el... Esto no lo puedes hacer.
-Acabo de hacerlo.
-Esta empresa funcionaba perfectamente antes de que tú llegases.
-Pues ahora irá mejor.
Aumentaremos los beneficios en un 40%.
-¿ A costa de los empleados?
-Hazme caso y voy a dar la buena nueva.
Igual que hice de ti un hombre, puedo hacer de ti un gran empresario.
Y no te levanté a una novia.
Te levanté a dos.
-Algún día nos encontraremos fuera de las galerías.
-Seguro.
Pero ahora estamos trabajando.
Comunica eso.
-"Se ampliará diariamente en dos horas".
¿Más jornada laboral?
-Pero si tú negocias el toque de queda con don Alberto.
-Con que todo iba a ir bien, ¿no?
-Es muy injusto y si aceptamos estas condiciones, ahora podrá hacer con nosotros el resto de la vida lo que le dé la gana.
Voy a subir ahora mismo.
-Claro que sí.
[algarabía] -Silencio.
-Don Emilio... -Ya hablaremos.
Ana, Ana.
-¿Tío, usted ha leído esto?
Todo lo que hemos trabajado para conseguir unas condiciones viene un tipo y se lo quiere cargar de un plumazo.
No lo puedo conseguir.
-Ana, no es bueno que tus compañeros te vean así.
Tú ya no eres una más.
-¿Cómo que no soy una más?
No puedo permitir que perdamos todo lo que hemos ganado durante todos estos años.
No le voy a dejar.
-No quiero que dejes nada, hija.
Todo lo contrario.
Escúchame.
Ellos y yo seguimos aquí abajo.
Y aquí abajo al que gritas se le calla a gorrazos.
Tú ya estás en la puerta misma de la planta siete.
Entra.
Ahí se manejan todos los hilos.
Prueba por ahí y ya veremos.
Escúchame, escúchame, hija.
No recuerdo bien dónde lo he leído, pero venía a decir algo así como, "Quién tenga algo que decir, que dé un paso adelante y calle".
Adelante, hija, y ya veremos.
-Tienes razón.
Si quiere mis diseños, tendrá que escucharme.
-Vale.
-Pedro.
-¿Sí?
-Hay una carta certificada para ti.
-Gracias.
-Adiós.
[♪ música divertida] -¡Ay, madre!
¡Ay, madre!
¡Ay, madre!
¡Rita!
¡Rita, mira, escucha!
¡Mira, mira!
"Por la presidente, le comunicamos que habiendo recibido el lugar y fecha... Bueno, el examen de revalidar.
Cuatro meses faltan, Rita.
-Pedrito, por fin tu esfuerzo se ve recompensado.
Y te digo una cosa, que tal como está el panorama, mejor que hagas el examen ya.
-No.
Si yo por presentarme yo me presento ya, pero si es que el tema es aprobar, Rita.
-Pero si quedan cuatro meses.
Tienen tiempo de sobra.
-¿Te parece mucho cuatro meses?
Si te paras a pensar, cuatro meses es una vida entera, pero es que cuatro meses con las horas de trabajo, y encima más horas de trabajo, que nos ha puesto el italiano, las horas de sueño.
Las sueños para verte, porque yo necesito verte, Rita.
Me falta una semana de estudio.
Una semana.
-Pedro, por favor, que te tienes que tranquilizar.
Habla con don Emilio, que te lo saca seguro.
-Ay, tío, mira.
Es que solo pensarlo que me voy, me voy, me voy, me voy, me voy de vientre, me voy.
-Pues a ver qué hacemos el día del examen.
-¿No puedes explicar qué significa tener que trabajar ahora todos los días dos horas extras?
¿Y lo del toque de queda?
¿A qué viene?
-Ordenes aquí, de mi amigo.
-¿Sí?
-¿Y cómo preparo yo la boda?
Porque yo pensaba ir al pueblo para hablar con el cura y con mis padres.
-Pues tendrás que hacerlo por teléfono, si es que nos dejan seguir utilizándolo, claro.
-[inaudible].
-Clara, por favor, pónmelo fácil, que bastante tengo con el polito este de las narices.
Trata de pasar desapercibida, no la liemos ahora.
¿Entendido?
-Mateo.
Mateíto.
-Mateíto.
-Madres.
-Las que faltaban.
-¿Qué hacen aquí?
¿Por qué han venido sin avisar?
-No veo por qué deberíamos haberlo hecho.
Tú te vas a casar y no le has dicho a ni una.
-Bueno, ¿por qué no vamos a hablar de este tema en un sitio más tranquilo?
Venga, por favor.
-Sí, eso es lo que tenías que haber hecho.
Y no declararte a gritos en mitad de unas galerías.
-Sí, hijo, sí, que ya nos han contado cómo fue la estrellita.
-Madre, la gente, que habla mucho.
A ver, madre, sé hacerme perfectamente el nudo de la corbata.
Venga, vámonos, por favor.
-¿Entonces, entonces, hijo, es cierto?
No sabes el disgusto que me estás dando.
-Pero madre, ¿qué dice?
Por favor, si es Clara, que ya la conoce.
-Ya, la secretaria.
-¿Cuándo crees haber decidido?
-Hoy, mañana, dentro de un mes.
-Pero, hijo, que una boda no se prepara en dos días, hombre.
Tendré que hablar con el obispo y seleccionar el traje de la novia y el de la madrina.
-El confite, los adornos.
-Las flores, los compromisos.
-Los novios tendrán que decir algo, tía, digo yo.
A la novia le hace, por ejemplo, ilusión hacerlo en Porriños.
-¿Porriños?
-¿Y dónde está eso?
-No, no, no.
Eso de ninguna manera, por ahí no paso.
-Pero madre, por favor.
-Bastante, bastante que me he tenido que enterar por las calles.
-¿Sabe, madre?
No tengo tiempo para esto.
Hay demasiados cambios en Velvet.
No tengo tiempo.
-Pues entonces tenemos que preparar lo antes posible la pedida.
-De acuerdo.
-Sí, así en esa reunión familiar podremos empezar a organizarlo todo.
-Me encantará conocer a los de Porriños.
-¿Qué os parece pasado mañana?
-Sí.
-¿Ya?
-Ay, ¿cómo se llamarán?
Porriñiros.
-Porrillos, tía, Porrillos.
-Bien, bueno, como sea que se llamen, les quiero ver en casa dentro de dos días.
Si no, entenderé que te lo estás pensando.
-Sí, sí, gracias, madre.
-Te lo advierto.
-Sí, gracias, madre.
-Dame un besito.
-Un besito a la tita.
Ay, cariño, que te veo muy flaco.
-Sí, estoy más flaco.
-Y te tienes que peinar mejor.
-Sí, gracias.
Venga, [inaudible].
-Nos vemos en dos días.
Lo tendremos todo listo.
-Gracias, sí, muy amable.
[toques a la puerta] -¿Sí?
-¿Puedo hablar con usted, señor Cafiero?
-Está bien.
¿De qué se trata?
-No me parece justo lo que está haciendo.
-Eso sí que es una sorpresa.
La diseñadora estrella es la líder sindical.
Mi padre no lo habrá creído.
-No soy ninguna líder sindical.
En esta empresa llevamos muchos años rigiéndonos por unas normas.
Y usted no puede venir aquí y cambiarlas a sus antojos sin dar ningún tipo de explicación.
-¿Ah, no?
-Si las Galerías Velvet han llegado donde han llegado es gracias a los trabajadores.
Esa gente de ahí abajo merece recompensas, no sanciones.
-He sido yo el que puso en venta las galerías.
-Si lo que me quiere decir es que Alberto... -No estoy tratando de decirle nada, señorita Rivera.
Lo que tenía que decir ya está puesto en el papel.
Ahora solo tiene que acatarlo.
-El camino para hacerse con estas galerías es la lealtad.
Y comportándose así no va a ganarse el favor de nadie aquí dentro.
-¿Lealtad?
¿Y cuándo se supone que iba a contarme lo de su embarazo, señorita Rivera?
Tenemos un contrato.
Y si va a dejar a la colección a medias por su maternidad, lo mínimo que podría hacer es comunicarlo.
¿No lo cree?
-No voy a faltar a ninguno de mis compromisos profesionales.
-Eso lo decidiré yo.
Porque ahora mismo podría entenderse que está poniendo en peligro nuestro contrato.
-¿Me va a echar?
-No es mi intención, de momento.
Vuelva abajo y ponga esto en un sitio visible.
Gracias.
-Ana.
Ana, ¿qué ha pasado?
-Has sido tú.
Tú le has dicho a Marco que estoy embarazada.
-Alguien tenía que contárselo, ¿no?
-En tu estado te va a ser imposible ser la estrella de Velvet.
-Sois unas víboras.
-Uy, víboras.
Cuidado, que la cose bajo tiene carácter.
-Queréis acabar conmigo, pero no lo vais a conseguir.
-Bueno, si salir por esa puerta con una mano delante y otra detrás no te lo parece, Para mí es más que suficiente.
-¿Eso es lo que querías, que Marco me echara?
Pues no lo has conseguido, sigo en Velvet.
Y este hijo sí es de Alberto Márquez.
[♪ música dramática] -Toni.
Toni.
-¡Raúl!
Estoy aquí.
-Perdona, pensaba que era un empleado y no quiero que me descubran.
-Metete aquí.
-Para eso creo que ya es tarde.
Toma.
La jefa de taller nos ha visto entrar en el almacén y le he tenido que contar.
-¿Qué?
Pero, Raúl, si llama a la policía... -No lo va a hacer, no lo va a hacer.
Doña Blanca es muy estricta, pero tiene un corazón de oro y la he conseguido convencer.
Tú tranquilo, nos va a dar un poco más de tiempo.
Pero mañana tienes que irte, Toni.
Yo sé que es poco tiempo, pero he conseguido hacer unas llamadas y tengo algunos contactos.
-Raúl, ¿te das cuenta de lo que cuesta conseguir unos papeles falsos?
Yo me he arruinado con tal de conseguirlos a tiempo, ¿y para qué?
¡Para nada!
Llevo días deambulando por las calles como si fuera un pordiosero, sin comer, sin aseo.
Es que no voy a volver a la calle.
Necesito más tiempo, por favor.
-Mira, Toni, estoy haciendo lo que puedo.
¿De acuerdo?
Pero es muy difícil hacerlo sin levantar sospechas, ya que todos nos jugamos mucho.
-Perdona, Raúl, es que, es que estoy muerto de miedo.
-Ya lo sé.
Ya lo sé.
Ya lo sé.
Lávate, venga.
Te traigo este traje.
Es tu talla.
Ahora vengo.
-Señor De la Riva.
¿Cómo va todo?
Me encantaría poder decirle que está todo arreglado.
-No, no, no.
Tiene que solucionar esta situación lo antes posible.
Mañana mismo lo quiero fuera de las galerías.
No va a tener más tiempo, se lo advierto.
Nos está poniendo a todos en una situación muy comprometida.
-¿Usted cree que yo no soy consciente de lo complicado de la situación?
Llevo toda mi vida huyendo de esto, y aquí estoy.
No me presione más, por favor.
-Señor De la Riva.
-Señor Cafiero.
-Ese es mi padre, a mí puede llamarme Marco.
Lamento que nos veamos tan tarde.
-Bueno, es su primer día, es lógico.
Entiendo que tenga otros quehaceres, y no los cambie por mí.
Si tiene otras prioridades, lo comprendo perfectamente.
-Se lo agradezco.
Ahora soy todo suyo.
Mi padre me contó muchas de las ideas que tenía para la futura colección de caballeros, pero me gustaría ver algo [inaudible].
-[inaudible].
-Sobre papel.
No me gusta trabajar sobre ideas abstractas.
Quiero hechos.
-Bueno, sí, precisamente esta mañana he estado trabajando en los primeros bocetos del... -Sí.
Yo misma he podido echarles un vistazo y son espléndidos.
-Gracias, doña Blanca.
Sí, pero me gustaría darle otra vuelta más.
Bueno, quien dice una vuelta, dice mil vueltas, porque no sería quien soy si no fuera... -Muy perfeccionista -Rematado.
-Muy bien.
Pero mil vueltas me parece un poquito demasiado.
Aprovecharé el tiempo para conocer Velvet a fondo y espero que usted pueda ayudarme.
-Por supuesto.
¿Quiere visitar las galerías?
-Todo buen empresario conoce hasta el último rincón de sus galerías.
Pero, le seré sincero, me interesa conocer qué stock guardamos en los almacenes.
-¿En los almacenes?
-Sí, quiero ver qué tejidos tenemos de otras temporadas y venderlos a pequeñas empresas de confección.
¿Para qué tenerlos creando polvo cuando pueden darnos beneficios?
-Claro, es una idea excelente.
Pero, ¿qué le parece si empezamos por ver las telas que guardamos aquí, en el taller?
-Como quiera.
-¿Qué le parecen?
-Estas son telas que aún podemos usar nosotros.
Quiero ver el producto más antiguo, el que tengan guardado en los almacenes.
-Bueno, por aquí tenemos algunas telas que aún no usamos.
-Doña Blanca, no me ha entendido.
Quiero telas de colecciones pasadas.
Lléveme a los almacenes.
-Claro.
Sígame.
-¡Toni!
¡Toni, vístete!
¡Viene, viene mi jefe!
¡Vístete, corre, corre!
¡Corre!
La camisa.
-Sí.
-Y este es el último.
-Aquí también hay stock.
Y por el polvo que acumulan las telas, yo diría que de hace muchos más años que el anterior.
-Sí, es que hace mucho tiempo que no usamos este almacén.
-A partir de ahora empezaremos a hacerlo.
-Muy bien.
-Vamos.
-¿Alguna cosa más, señor Cafiero?
-No, está bien.
Haga inventario del material.
En cuanto tenga el informe, páseselo al secretario.
-Muy bien.
Mañana mismo lo tendrá en su mesa.
-Muchas gracias.
-¿Se han ido ya?
-Sí, se han ido.
Dios mío.
El corazón me iba tan deprisa, acabo de perder diez años de vida.
-Justo los que acabo de ganar yo.
-No tienes nada que ver con el mendigo que ha venido esta mañana, ¿eh?
-Lo que hace un buen traje, ¿verdad?
-Vamos, vamos a volver al almacén.
Que aquí nos pueden ver.
Ven.
-Si que esa mujer es el demonio encarnado.
Como me la encuentro, no me resisto.
Juro que la cojo y la revoleo.
Toma, anda.
-¿Creéis que podré sacar adelante al niño yo sola?
-Pero claro, mujer.
-Carlos me ha ofrecido cuidarnos el niño y a mí.
-Pero tú no estás enamorada de él.
-No.
Y él lo sabe y no le importa.
Dice que solo quiere ayudarme, que no pretende ocupar el lugar de nadie.
-¿Y tú qué le has dicho?
-Pues que no, Rita.
Pero después del día que ha pasado hoy me lo empiezo a plantear.
-Bueno, tú no te precipites, no vayas a ser que tomes una decisión que no quieras.
-Además, que yo te voy a poder ayudar.
Que digo yo que mi familia política me servirá para algo más que para darme disgustos.
-Es que no sé si tendré fuerza para hacerme cargo del niño sin Alberto.
-Te agradezco la compañía, Patricia.
No me apetecía pasar la noche en el hotel.
-Es su primera noche en Madrid, teníamos que brindar.
Aquí se han cerrado muchos acuerdos para Velvet.
Me parecía el mejor lugar para hablar del futuro de las galerías.
-Por eso me has traído aquí, ¿verdad?
-Bueno, por eso y porque si vamos a trabajar juntos, pensé que era mejor que nos conociésemos un poco más.
-Pienso exactamente lo mismo.
¿Y cómo está su marido?
Estoy deseando conocerle.
-Bien, mi marido está bien, sigue en Guinea.
Por él me ha llamado para decirme que está muy feliz por el éxito de la colección.
-Muy bien, todo gracias a ti.
-Como ve, soy una mujer en la que puede confiar.
-Sí.
Patricia, Patricia.
¿Por qué no dejamos esta farsa y me dices de una vez que es lo que quieres?
Desde que he llegado, a las mujeres de esta empresa lo único que han hecho ha sido intrigar a mis espaldas e intentar manipularme.
-Lo siento, Marco, pero no sé de qué me habla.
-Cristina Otegui ha venido a mi despacho para contarme que Ana Rivera está embarazada y quería que la echara, por supuesto.
-No me lo puedo creer.
-Yo tampoco, pero, ¿qué es esto?
¿Un patio de colegio?
No voy a tolerar esta clase de comportamiento en mi empresa.
Quiero un juego limpio en Velvet.
-Y yo también.
Pero con Cristina eso es imposible.
Verá, Marco, los Otegui no llevan la moda en la sangre como nosotros.
Usted y yo nos parecemos más de lo que cree.
Y se lo voy a demostrar.
[♪ música dramática] -Hola.
Perdona, me quedé traspuesto.
Lo siento.
-Toma.
Te he traído esto porque el viaje va a ser muy largo.
Quédatelo.
-Cuando pienso lo mal que me comporté contigo y que ahora estés aquí ayudándome.
-Dame una calada, anda.
-¿Pero tú no la habías dejado?
-Sí.
Le prometí a doña Blanca que en 24 horas estarías fuera.
Y ya ha pasado el tiempo.
Te he conseguido arreglar los papeles para que llegues hasta la frontera pero no te puedo asegurar que la persona que está esperándote fuera sea la adecuada.
De todas formas, durante el día de hoy voy a seguir gestionando todos mis contactos y creo que lo conseguiré.
Pero ahora mismo no te puedo garantizar nada.
-Es mucho más de lo que nadie hubiera hecho por mí.
-Si logras cruzar la frontera, quiero que me llames.
Es lo único que te pido.
-Cuenta con ello.
¿Y ahora qué tengo que hacer?
-Terminarte esto que a mí me sienta fatal.
-Ya está todo listo.
El taxi debe estar en la puerta.
Tome, póngase esto.
-Yo se lo agradezco mucho, de verdad.
-Toma.
Este es el billete a Hendaye y el pasaporte falso.
-Muchas gracias, Raúl.
-¿Listos?
-Vamos.
-Ahí está.
Vamos, no hay tiempo que perder.
Ánimo.
-Vamos.
-Te llamaré desde Francia en unas horas.
-Sí, seguro que sí.
Vamos.
Que todo va a salir bien.
Vamos.
Te quiero.
Vamos, entra.
Entra.
-¿Mateo?
-Buenos días, mi amor.
Estás bellísima.
-Uy, ¿a qué viene esto?
-Siéntate.
Siéntate.
Esto viene a que te quiero muchísimo.
-¿No será una de esas veces que haces algo bonito porque luego me vas a dar una mala noticia, no?
-No, todo lo contrario.
Esto viene porque hay una grandísima noticia.
Muy buena.
Mira, resulta que mi madre, mis madres... -¿Ves?
Lo sabía.
¿Qué pasa con tus madres?
-Nada, nada, nada.
Si están encantadas.
Encantadísimas.
Tanto, tanto que quieren celebrar la pedida mañana mismo.
-¿Mañana?
-Sí.
-Pero eso es una estupidez.
Mañana no se puede hacer... -Ellas se están encargando de todo.
-¿Cómo que se están encargando de todo?
-Sí, tú lo único que tienes que hacer es llamar a tus padres.
Sería tan conveniente empezar con buen pie, los preparativos, todo.
Solo tienes que traer a tus padres.
¿Qué digo traer?
Invítales.
Invítales.
Cómete el huevo que está buenísimo.
-¡Virgen Santísima!
¡Ole, ole y ole!
-¿Qué pasa?
-Que se nos casa tu hija.
-¿Otra vez?
-No, no, Fernando, Rita no.
La otra.
Creíamos que se iba a quedar para vestir santos y mira.
-¡Felicidades!
-¡Ha sido tu padre!
Ay, hija, pero qué alegría más grande.
Y encima con tu jefe.
Eso sí que ha sido un buen braguetazo, ¿eh?
-Pero madre, por favor, ¿eh?
-Pues claro que sí, hija.
Tú siempre has sido la más lista de las dos.
Así que no podía ser de otra manera.
-Que como mi suegra es muy impaciente, pues quiere hacer la pedida mañana.
Y yo ya sé que es muy precipitado y que seguro que no pueden venir.
-Ay, calla, no digas tonterías.
Ninguna precipitación.
Para las cosas buenas, una siempre está preparada.
Espera un momento.
Fernando, sal y pídele a Justino que nos reserve dos billetes para el autobús de mañana para Madrid, que nos vamos pa la capital.
-Ahora voy.
-Madre, tráigase el vestido de los domingos, ¿eh?
-Pues claro, hija.
¿Y cuál me iba a poner si no, eh?
Venga.
Hasta mañana, hija.
Un beso.
¡Dale un beso a tu hermana!
-Adiós, madre.
No sé yo si esto ha sido muy buena idea.
-Seguro que sí.
[toques a la puerta] -Adelante.
Carlos, otra vez no.
-Esta vez no.
-Pedro, pasa.
-Disculpa.
Cómo es este hombre, ¿eh?
Vamos, si yo tuviese detalles así con Rita, no se despegaba de mí en la vida.
-Gracias, Pedro.
-Nada.
[lee] "Para que sepas que siempre os tengo presente.
Nada me haría más feliz que cuidaros.
Carlos".
[toques a la puerta] -¿Sí?
-Buenos días.
-Buenos días, hija.
-He ido a hablar con Marco.
-¿Y?
-Creo que nunca me voy a acostumbrar a que esté en el lugar de Alberto.
-¿Qué te ha dicho?
-No he podido cambiar nada.
No nos queda más remedio que hacer las cosas como el que quiere.
-¿Y no te ha dado ninguna explicación?
-No.
-Bueno.
Se barruntan tiempos de cambio.
Cuando el viento sopla en contra, los hay que se ponen de su parte y reman a favor.
La cosa es mantenerse a flote.
Nosotros esperaremos a conocer bien la dirección, la fuerza y ver cuánto dura.
El viento, digo.
Mientras tanto... -Vamos a hablar con los chicos.
-Vamos.
Atentos.
Un momento, por favor.
Atentos.
Ana tiene algo que decirles.
-He hablado con el señor Cafiero.
He intentado convencerle de que sus medidas son excesivas, pero de momento vamos a tener que acatarlas.
-¿Este señor qué se cree?
-Esto no puede ser.
[algarabía] -Por favor, silencio.
Dejen que termine.
-Sé que son unas medidas muy duras, pero os pido por favor que entre todos creemos buen ambiente.
-Eso no fue lo que dijiste, Ana.
-Eso es verdad.
-Pedro.
-Es que Ana, ¿tú por qué le das la razón?
-No se trata de dar la razón o no.
Es que no nos queda otra, Pedro.
Esperemos que estos cambios sean para mejor.
-Sí, para Velvet, pero no para sus empleados.
-¿Para mejor?
Para mí, que este italiano te ha engatusado.
-¿Y tú qué dices ahora?
-Bueno, es que no lo entiendo.
-No, no es eso, Jonás.
Es que ella no va a tener que sufrir tanto cambio, como es una jefaza.
-Bueno, hasta aquí.
Que la primera en defendernos fue Ana, y en poner el grito del cielo.
-Os pido paciencia y confianza.
Vamos a demostrarle que somos el mejor equipo con el que ha trabajado nunca.
Y espero que con el tiempo todo, todo mejore.
-Bueno, y ahora cada uno a su puesto.
Hay mucho trabajo por hacer.
¿Cómo te sientes?
-He apagado un fuego, pero vendrán más.
-Has hecho lo mejor que podías hacer, hija.
Para todos.
Y ahora a seguir adelante.
Aunque el viento siga pegando de cara.
-Necesito ayuda.
-¿Qué te pasa?
-Que mañana es la pedida.
Y han organizado una pedida de alto copete.
-¿Pero y quién ha montado el tinglado?
-Las madres de Mateíto.
-¿Y madre y padre?
-Están de camino.
Ahora no tengo tiempo para nada.
¿Qué me pongo?
-A mí ni me mires, que tengo muchísimo jaleo.
-Pero es que te necesito, Ana.
Por favor.
Por favor.
-Venga, anda.
A ver qué te pongo.
-Ay.
¡Muchas gracias!
Te debo una.
-Si fuera solo una.
[♪ Moly Pasutti: "Dixie Swing"] -¿Qué te parece?
-Oye, ¿ qué dices?
Hombre, pero tú estás loca.
-¡Sí!
-¡Luces preciosa!
[inaudible] -Ay, qué guapa.
-¿Rubia?
¿Lo tuyo bien?
-Ajá.
¿Y lo tuyo?
-Ajá.
-¿Se puede saber dónde estabas?
Ya tenemos a las candidatas esperando en la sala de juntas.
-¿De qué estás hablando?
-¿No estabas reclamando un puesto en la selección de personal?
-No lo reclamaba, me pertenece.
-Venga, Patillitas.
¿Y bien?
-¿Bien qué?
-Me he encargado de hacer una preselección.
Ahora pactaré contigo a quien ponemos en joyería.
-¿Has preguntado a Patricia sobre sus necesidades?
-Me da igual, Patricia.
A mí me importan las galerías.
Y sé que cualquiera de ellas vale para ese puesto.
-Cierto, cualquiera de vosotras es perfecta.
Lo sabéis.
A ver... Maite tiene experiencia en ventas.
Lourdes es muy buena con los números e Inés lleva toda la vida con nosotros.
Hará lo que le pidamos.
-¿Y la rubita con cara de ángel?
-Demasiado joven.
Además hace falta en el taller.
No es que se lleve muy bien con Patricia.
-Señoritas, pueden salir.
-Gracias.
Les iremos informando.
Muy amable.
-Patillitas.
Te creía más listo.
-¿De qué estás hablando?
-Una cara tan bonita no podemos tenerla encerrada en el sótano, ¿no?
-Lucía no tiene experiencia en las ventas.
-Esa chica tiene clase.
Se ha criado en un ambiente selecto.
No solo conoce la calidad de una joyas, sino que las ha llevado puestas.
-Veo que te has tomado muchas molestias.
-El éxito no se regala.
Quiero a Lucía arriba.
Habla con don Emilio y ponlo en marcha.
-Marco, de verdad creo que... -Mañana mismo.
No tienes tiempo que perder.
Ya me has oído.
-Doña Blanca, el director quiere a Lucía como dependienta para el nuevo departamento de joyería.
-¿A Lucía?
Pero, don Emilio, llevamos retraso con los diseños.
Reducir el equipo no creo que sea la mejor opción.
-Confío en que manden otra modista.
-Eso espero.
Lucía, queríamos comunicarle algo.
Mañana empezará a trabajar como dependienta.
-¿Dependienta?
¿Por qué?
-Órdenes.
-¿Qué se supone que debo hacer ahora?
-Lo primero, probarse su nuevo uniforme.
Mañana conocerá a sus compañeros e iniciará un breve curso de formación.
-¿Lo saben mis compañeras?
-No.
Puede ir a contárselo usted misma.
Espero que todos estos cambios sean para mejor.
-Yo también lo espero, doña Blanca.
Yo también.
-Doña Blanca.
Muchas gracias por todo.
-No hay de qué.
¿Sabemos algo?
-No.
Todavía no.
-Bueno, aún es pronto.
-Ya.
Cada hora que pasa es una agonía.
-Usted ha hecho todo lo que estaba en su mano.
Ahora solo queda esperar.
[♪ música emotiva] -Patricia, te estaba buscando.
Tengo que hablarte de Cafiero.
-Ya sé que no te hace ninguna gracia y a mí tampoco, pero creo que deberíamos darle un voto de confianza a Marco.
-¿Marco?
¿Ahora es Marco?
¿Hay algo que me he perdido?
-Anoche fuimos a tomar una copa.
-¿Solo una?
-Estoy casada.
Por cierto, enhorabuena.
Va a ser verdad eso de que a todo cerdo le llega su San Martin?
-Gracias, de verdad, Patricia.
Muy amable.
No me cambies de tema.
¿Qué tal con Cafiero?
-Estuvimos hablando del funcionamiento de las galerías, del futuro de la colección de joyas.
-Ya veo que intentas ganártelo.
-Todo lo he hecho por el bien de Velvet.
-¿Y cómo fue?
-Pues yo creo que hubo sintonía entre nosotros y que puede ayudarnos a cambiar un par de cosas por aquí.
-Entonces supongo que estarás al tanto de las nuevas decisiones.
-¿Cuáles?
-¿Por qué no vas y lo averiguas?
-Faustino, Margarita, dejen eso, por favor.
Retiren estos mostradores.
Esta zona tiene que quedar despejada hoy mismo.
Tiene que... Señora.
-¿Se puede saber qué está pasando?
-Estamos reordenando los mostradores para hacer un espacio a la nueva sección de joyería.
Órdenes del señor Cafiero.
-Podría haberme preguntado qué personal quiero para mi sección de joyas.
-Patricia, la colección es tuya, pero la sección es mía, como el resto de las galerías.
-Ayer pensé que estábamos en sintonía.
-Y lo estamos.
-Marco, aquí no estamos acostumbrados a hacer las cosas así.
-Ese es el problema.
-¿En qué momento he dejado de ser socia de las galerías?
Acabo de enterarme de la selección de personal para la sección de joyas.
Podríais haberme avisado.
-No estás al cargo, Cristina.
No tenemos que consultarte todas las decisiones que tomamos.
-Exactamente.
-Usted apenas me conoce, pero debe saber que por las buenas podemos llegar muy lejos.
Pero por las malas... -¿Me está amenazando?
-Ni mucho menos.
Solo pretendo que se respete el lugar que la familia Otegui ocupa en las galerías.
Y esto va también por ti, Patricia.
-Tengo mucho que hacer.
Si me disculpan.
-¿Por qué no la he echado?
-Tengo muchas cosas que hacer, si no le importa.
-Contésteme, ¿por qué no la he echado?
-¿De qué está hablando?
-De Ana Rivera.
¿Por qué no la he echado?
-Como socia capitalista debería saber que Ana tiene un contrato blindado que asegura su puesto aquí.
-Por favor, entre los dos sumamos el total de las acciones.
¿De verdad espera que crea que no podemos hacer nada más?
Esa chica le ha ocultado su embarazo.
Se ha saltado a la torera su autoridad.
No le tiene ningún respeto.
-¿[hablando italiano], señora?
No se atreva a echarme un pulso.
-No le tengo ningún miedo.
Y puedo hacerle la vida muy difícil aquí.
-Me da igual lo que usted haga.
-¿Ah, sí?
-Sí.
-Mejor.
Así no me molestará cuando eche a Ana de las galerías.
-Cuidado, señora Otegui.
Mucho cuidado.
No es tan fuerte como se cree.
Hoy por hoy Ana tiene más valor que usted para las galerías.
Ana tiene talento y está aquí por méritos propios.
Usted es solo una niña de papá que tiene mucho que demostrar.
-Estoy ridícula.
-Pero si estás preciosa.
-No quiero ser dependienta.
-Ahora va a resultar que quieres ser modista.
-Bueno.
-Pero si tú misma dijiste que no te gustaba el taller.
Vaya con la señorita caprichos.
-Me gusta estar en el taller, con vosotras.
-A ver, Lucía.
Que todos los comienzos son duros.
Y es normal que tengas miedo.
Pero como cuando llegaste aquí enseguida te acostumbraste.
-Pero aquí estabais vosotras.
-Hija, que te vas a la planta de arriba, no a Roma.
-Sí, mira, Clara se fue a las oficinas.
Ni con agua caliente nos la hemos quitado de encima.
-A las 21:00.
-¿Lo veis?
-Que a las 21:00 te quiero ver en la puerta con el vestido de los domingos.
Por favor.
Por favor, Rita.
Compórtate.
Que las madres de Mateíto son unas arpías y yo no les pienso dar munición.
¿Dónde está Pedro?
Bueno, voy a buscarle.
-¿No se te está yendo la cabeza con la comida del compromiso?
-Al final es cena.
-Ay, hija, pues cena, lo que sea.
Si es que nos estás pidiendo que nos comportemos.
Nosotras estamos acostumbradas a tratar con los niños peras.
Es lo que hacemos todo el día.
-Sí, nosotras sí, pero padre y madre no.
Que para ellos el mayor evento social que hay en Porrillos es la matanza del cerdo.
-No va a ser fácil, no.
-Pero bueno, que tus padres os han criado a vosotras dos y no lo han hecho tan mal, ¿no?
-No, pero ahora no estamos hablando de eso.
Pedro.
Pedro.
Que mis padres llegan a la estación a eso de las 22:00.
Necesito que vayas a buscarles y les traigas aquí.
Por favor, no vayas a llevarles a hacer turismo por Madrid que nos conocemos.
-No, no, sí, es que mi suegro... -Bueno.
Yo los voy a llevar a mi... -Por favor.
Yo me voy a ir a casa de Mateo, pero... -Sí, venga, vete ya.
¿De aquí a la boda cuánto quedará?
-Pues no sé, unos seis meses.
-Que Dios nos asista.
-Venga, tía.
-¿Tú la has visto?
-Sí.
-No se callaba.
¿Qué?
¿Qué haces?
Aprovecha ahora, ven.
[♪ Stéphane Huguenin: "I Want You to Be My Man"] -Acabo de llegar a Londres y lo único que pienso es que no estás aquí, Ana.
Te echo de menos.
Han pasado ya tres meses, Ana.
Tres meses sin una carta tuya.
Dime que no me has olvidado.
Aquí todo es gris.
Las casas.
Las calles.
El cielo no deja de llover.
Y yo no dejo de pensar en ti.
[pisadas] -¿Has sido tú?
¿Por qué has hecho eso?
Esas cartas eran... -¡Mierda!
Restos de una relación muerta, Ana.
Si yo no voy a tener un hijo de Alberto, tú tampoco.
-No puedes contarle a nadie lo que ha sucedido esta noche, ¿de acuerdo?
¿De acuerdo, Cristina?
-Sí, sí.
-¿Ayudarla?
Has creado un monstruo.
Muy parecido a ti, por cierto.
-Eres un desgraciado.
-Aparentar.
Siempre igual.
Clara, si ese hombre viene esta noche, no me caso.
-¿Cómo están, Mateo?
¿Quieres aprovechar este ratito para confesarte?
-Padre, aunque no lo crean, el pecado me siento como en casa.
-Mateo, por Dios.
-Ya voy, ya voy.
-Le agradecería que se marchase.
Hoy es el día de mi pedida.
Me gustaría estar con mi familia.
-Tranquilícese.
Por favor.
-Señor De la Riva, ¿podemos hablar un momento con usted?
Necesitamos hacer un par de preguntas.
-Pues lárgate.
Y no vuelvas nunca.
-Chao, chao.
-Enrique, no estás solo.
¿Sí?
Sí, Valentín.
¿Has recuperado las minas?
-¿Os puedo ayudar en algo?
-¿Dónde está esa?
¿Dónde está la mosquita muerta?
-No te voy a consentir que me vuelvas a amenazar.
¡No te tengo miedo!
[gritos]
Support for PBS provided by: